San Antonio de Ibarra, "La ciudad blanca" ha sido la cuna de una generación de grandes artistas ecuatorianos: los hermanos Mideros Almeida.
Sus padres fueron don Federico Mideros, comerciante y agricultor ibarreño, y la dama ibarreña Carmen Almeida.
Este matrimonio tuvo seis hijos: Hortencia, Víctor, Luis, Enrique, Lolita y Jorge Mideros Almeida.
Don Federico Mideros era comerciante y agricultor, propietario de la hacienda "La Olimpia" y de la casa-quinta San Felipe de Ibarra, donde sus hijos tienen una infancia tranquila y feliz.
De esta familia provienen cuatro grandes artistas, que han sido orgullo del arte ecuatoriano ante el mundo. Ellos son:
-Víctor Mideros Almeida, genial pintor de renombre internacional.
En este blog se desarrolla la vida y obra de estas cuatro personalidades del arte ecuatoriano, como ejemplos a seguir para las futuras generaciones de artistas ecuatorianos.
Sus padres fueron don Federico Mideros, comerciante y agricultor ibarreño, y la dama ibarreña Carmen Almeida.
Este matrimonio tuvo seis hijos: Hortencia, Víctor, Luis, Enrique, Lolita y Jorge Mideros Almeida.
Don Federico Mideros era comerciante y agricultor, propietario de la hacienda "La Olimpia" y de la casa-quinta San Felipe de Ibarra, donde sus hijos tienen una infancia tranquila y feliz.
De esta familia provienen cuatro grandes artistas, que han sido orgullo del arte ecuatoriano ante el mundo. Ellos son:
-Víctor Mideros Almeida, genial pintor de renombre internacional.
-Luis Mideros Almeida, escultor de altísimo nivel artístico, cuyas obras decoran importantes sitios públicos del Ecuador.
-Jorge Mideros, gran arquitecto y artista, que sembró de Iglesias de estilo clásico varias ciudades del Ecuador y creador de decenas de óleos de gran calidad artística.
-Fray Enrique Mideros, dominicano, artista que decoró con su arte varios templos del país.
En este blog se desarrolla la vida y obra de estas cuatro personalidades del arte ecuatoriano, como ejemplos a seguir para las futuras generaciones de artistas ecuatorianos.
Opiniones de los críticos de arte sobre los hermanos Mideros Almeida
En la Monografía de San Antonio de Ibarra escrita en 1989 se dice sobre Víctor Mideros Almeida:
Su figura de artista apocalíptico, de poeta, filósofo, y profeta, se levanta llena de majestad desde la entraña misma del tiempo y del espacio, desafiando a la eternidad.
Múltiple en las facetas de su espíritu, Víctor Mideros fue un creador de infinitos, constructor de un mundo mágico donde está presente lo humano, lo metafísico y lo telúrico, donde vierte su hado de profeta, pleno de serenidad patriarcal y nutrido de aquel fuego interior que consume con grandeza la intimidad humana.
Mideros es el profeta del color, de la forma y de la dimensión, transforma el fuego, el agua y la tierra rompiendo el horizonte violeta y esculpiendo en él, el aire a donde fluye la vida infinita de su misterio.
Artículo de prensa publicado en el diario "El Universo" de Guayaquil
Autor: Ignacio Carvallo Castillo
Lo grandioso, lo humano, lo telúrico y hasta lo angustiante forman los elementos que marcan en zonas creativas la obra titánica de los Mideros, especialmente de Víctor, que sintió la fiebre de visiones que se han llamado proféticas por su descarnado indagar humano, su amor universal y simbologías.
Nunca se exageró al decir de parte de críticos de arte y poetas que interpretaron sus pinturas y esculturas, que había grandeza genial, pasión metafórica y videncias cósmicas en el arte de Víctor Mideros.
"El dolor de pensar", cuyo título despierta un mundo de sugerencias, ha sido, al decir de Enrique Terán, la exhibición del proceso histórico de la mente: imágenes equívocas, borrosas, huidas, mal silueteadas y por fin, la concepción lumínica de una imágen armónica en su aureola de vitalidad y derecho a la vida.
"El Atalaya" tiene un alcance más hondo, más humano y divino, angustioso e inquietante: "Es el vidente bíblico aguardando el día del Señor". Llega así a un significado teológico y bíblico.
Jorge Mideros, imbabureño también como su hermano Víctor, se entregó más a la arquitectura, pero con ese fuego pasional que lo convirtió en un sembrador de obras por gran parte del territorio nacional: Ambato, Machala, Riobamba, Pasaje, Quito, etc.
En su pintura tiene vida ese soplo imposible de definir del alma nacional. ¿Cómo podríamos sostener que es solo sicología el rostro que nos ofrece, o que es solo paisaje el trozo de la patria que ha apresado en sus telas que hablan mil lenguas de belleza, realismo, surrealismo y grandeza humana?
Estos dos artistas han dado -aún con la desaparición física de sus cuerpos- uno de los más luminosos e indiscutibles capítulos de los que puede enorgullecerse el arte nacional.
Gran inspiración y alta técnica, como se ha dicho, son palabras que sugieren pero que también limitan bastante el concepto global, desconcertante, que uno se forma ante la multitud de temas y visiones históricas y religiosas de estos artistas fuera de lo común.
Sorprendente, por el enriquecimiento espiritual que ofrece para Guayaquil, es esta muestra retrospectiva de los hermanos Mideros que puede apreciarse en la Pinacoteca del Museo Municipal. La gestión y el auspicio se deben al Centro Municipal de Cultura.
Invitamos con la emoción que da una atmósfera cálida y humana de arte, para que el público la visite y sienta lo que es el alcance estético y social de estos dos artistas nuestros dignos del más exigente ambiente internacional.
Su figura de artista apocalíptico, de poeta, filósofo, y profeta, se levanta llena de majestad desde la entraña misma del tiempo y del espacio, desafiando a la eternidad.
Múltiple en las facetas de su espíritu, Víctor Mideros fue un creador de infinitos, constructor de un mundo mágico donde está presente lo humano, lo metafísico y lo telúrico, donde vierte su hado de profeta, pleno de serenidad patriarcal y nutrido de aquel fuego interior que consume con grandeza la intimidad humana.
Mideros es el profeta del color, de la forma y de la dimensión, transforma el fuego, el agua y la tierra rompiendo el horizonte violeta y esculpiendo en él, el aire a donde fluye la vida infinita de su misterio.
Artículo de prensa publicado en el diario "El Universo" de Guayaquil
Autor: Ignacio Carvallo Castillo
Los Hermanos Mideros
Lo grandioso, lo humano, lo telúrico y hasta lo angustiante forman los elementos que marcan en zonas creativas la obra titánica de los Mideros, especialmente de Víctor, que sintió la fiebre de visiones que se han llamado proféticas por su descarnado indagar humano, su amor universal y simbologías.
Nunca se exageró al decir de parte de críticos de arte y poetas que interpretaron sus pinturas y esculturas, que había grandeza genial, pasión metafórica y videncias cósmicas en el arte de Víctor Mideros.
"El dolor de pensar", cuyo título despierta un mundo de sugerencias, ha sido, al decir de Enrique Terán, la exhibición del proceso histórico de la mente: imágenes equívocas, borrosas, huidas, mal silueteadas y por fin, la concepción lumínica de una imágen armónica en su aureola de vitalidad y derecho a la vida.
"El Atalaya" tiene un alcance más hondo, más humano y divino, angustioso e inquietante: "Es el vidente bíblico aguardando el día del Señor". Llega así a un significado teológico y bíblico.
Jorge Mideros, imbabureño también como su hermano Víctor, se entregó más a la arquitectura, pero con ese fuego pasional que lo convirtió en un sembrador de obras por gran parte del territorio nacional: Ambato, Machala, Riobamba, Pasaje, Quito, etc.
En su pintura tiene vida ese soplo imposible de definir del alma nacional. ¿Cómo podríamos sostener que es solo sicología el rostro que nos ofrece, o que es solo paisaje el trozo de la patria que ha apresado en sus telas que hablan mil lenguas de belleza, realismo, surrealismo y grandeza humana?
Estos dos artistas han dado -aún con la desaparición física de sus cuerpos- uno de los más luminosos e indiscutibles capítulos de los que puede enorgullecerse el arte nacional.
Gran inspiración y alta técnica, como se ha dicho, son palabras que sugieren pero que también limitan bastante el concepto global, desconcertante, que uno se forma ante la multitud de temas y visiones históricas y religiosas de estos artistas fuera de lo común.
Sorprendente, por el enriquecimiento espiritual que ofrece para Guayaquil, es esta muestra retrospectiva de los hermanos Mideros que puede apreciarse en la Pinacoteca del Museo Municipal. La gestión y el auspicio se deben al Centro Municipal de Cultura.
Invitamos con la emoción que da una atmósfera cálida y humana de arte, para que el público la visite y sienta lo que es el alcance estético y social de estos dos artistas nuestros dignos del más exigente ambiente internacional.